MI MEJOR MAESTRO
Sales al mundo exterior, dejando el dulce y protector cobijo del vientre de mamá, y una mano enguantada en látex, después de 26 horas de lucha por no abandonar tan cálido refugio, te sacude en el trasero, enseñándote así a respirar... Y ese primer aliento te cuesta tu también primer llanto, quizá en un previo aviso de que el dolor será el más didáctico y eficiente de tus maestros.
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