domingo, 17 de marzo de 2013

MI INCONDICIONAL Y GENEROSA MAESTRA

Carga contigo nueve meses, se sacrifica con dolor y sufrimiento para darte a tí la vida, y así lo sigue haciendo por el resto de su existencia.
Te amamanta, y al hacerlo te da defensas, alimento y un regazo protector y seguro que te acoje con amor.
Te enseña a hablar para que puedas decirle qué es lo que esperas de ella, y sumisa se entrega a tus dependencias:
Te enseña a caminar, para que tus pasos puedan llevarte un día a dónde tú lo desees.
Te levanta cuando te caes... Una y otra vez.
Te asea, te viste y te educa, hasta que ya puedes hacerlo tú solito.
Te lee cuentos en la noche, antes de repasar el día y "confesarte" de tus pecados, y del dulce "beso de buena noche" con el que te arropa.
Te enseña a contar, a restar y sumar con garbanzos, que guarda en una pequeña cestilla de mimbre para esas ocasiones.
Te enseña modales, valores... A ser disciplinado, y responsable para contigo y tu alrededor.
Te enseña a volar manteniendo la puntita del pie en el suelo, para que no te estampes.
Te ayuda a vivir... Te alienta a vivir.
Se desvive por evitarte el dolor.
Vela tus enfermedades, tus miedos y pesadillas, e incluso tus noches de rayos y truenos.

Te acompaña toda una vida, la SUYA, por y para tí, y lo hace del modo más generoso e incondicional del que es capaz...

Sí, hablo de tí, MADRE.

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